Comentario/Editorial

Lunes, 20 de Marzo de 2023

LAS VACAS Y EL CAMBIO CLIMÁTICO: NO SE TRATA DE MITOS

Esta semana las vacas argentinas estuvieron en las noticias referidas al Cambio Climático; titulares impactantes en la prensa, aunque falsos, alimentaron su viralización en los medios sociales.

Todo se inició cuando el Instituto de la Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), un organismo público-privado, publicó un informe con el ampuloso título “La NASA demuestra que la ganadería de nuestro país no contamina el medio ambiente”. Se trata de una errónea y sesgada interpretación de un trabajo publicado por la NASA, “Presupuestos nacionales de C02 (2015-2020) inferidos a partir de las observaciones de CO2 atmosférico en apoyo de los balances globales”. Ante una consulta de Chequeando.com, el autor principal del documento desmintió la aventurada interpretación publicada por el IPCVA.

 

Antes de explicar qué se deduce concretamente del estudio de la NASA conviene contextualizar lo que se entiende por las emisiones  de gases de efecto invernadero (GEI) de cada país. En el marco de la Convención del Clima, las naciones se comprometen a informar sus emisiones originadas en la actividad humana. Ello se hace mediante periódicos inventarios que se realizan con una metodología común para todos los países que ha sido elaborada por el IPCC. Su finalidad es por una parte conocer los totales globales de las emisiones que están modificando el clima y por otra comparar y discriminar las responsabilidades de cada país y sector económico. Esta información es crucial para no solo acordar medidas restrictivas de las emisiones a nivel internacional, sino también para que cada país desarrolle sus propias políticas de mitigación del Cambio Climático

 

Los inventarios nacionales y las metas de emisiones asumidas por las naciones  mediante compromisos voluntarios no incluyen las que se originan en las fuentes y sumideros naturales. Ello se debe a que lo que se pretende con ellos es conocer y reducir la interferencia antrópica con el clima. Además, sería inaceptable atribuir responsabilidad a un cierto estado nacional cuyas emisiones naturales fuesen muy altas como por ejemplo es el caso de las emisiones de metano desde humedales. El caso contrario sería asignar crédito a los países que se vieran favorecidos por el secuestro de carbono mediante la vegetación natural de forma que no necesitarían asumir ninguna política de reducción de emisiones.

 

Si bien las emisiones y secuestro naturales de GEI no se contabilizan a los efectos de calcular las emisiones antrópicas; es necesario conocer su magnitud y distribución geográfica. Se estima que la biosfera en su conjunto captura anualmente alrededor de un 25% de las emisiones antrópicas de dióxido de carbono y el océano otro tanto, por lo que queda en la atmosfera  es  el restante 50%. Como estas son estimaciones aproximadas  y globales, el estudio de la NASA apunta a precisar estos números y sobre todo su distribución geográfica para conocer el papel de cada ecosistema en el balance de carbono. No dice nada de las vacas.

 

El hecho que la ganadería bovina se desarrolle sobre pasturas naturales no implica obviamente que sea la responsable del secuestro del carbono que hacen dichas pasturas. Para demostrarlo habría que realizar experimentos con pasturas naturales y con y sin vacas. Y para el caso que diera un secuestro mayor con el ganado, y ese resultado se pudiera usar en el inventario nacional de GEI, debería pasar la crítica de la comunidad científica mediante la respectiva publicación en revistas con arbitraje internacional entre otros requisitos de credibilidad.

 

El experimento no sería muy costoso y podría contar con el concurso internacional, ya que reducir las restricciones sobre la ganadería es de interés de varios países. Desde hace años, circulan ideas sobre el efecto beneficioso de la ganadería en el balance del carbono. Se esgrime, por ejemplo, que en ausencia de ganado, las pasturas  producirían igual o más metano, entre otras cosas por la acción de las hormigas que son una de las principales fuentes naturales de metano a nivel global.

 

Y ya que mencionamos el metano, vale recordar que en la Argentina las emisiones de la ganadería representan alrededor del 13% de las emisiones totales de GEI, mientras que las de óxido nitroso de ese sector económico suman el 5%. Pero el metano dura en promedio solo 15 años en la atmosfera, mientras el dióxido de carbono y el óxido nitroso lo hacen por más de 100 años. Así, el metano que emitieron nuestras vacas en el siglo XX ya no está en la atmosfera y por tanto no está contribuyendo a calentar el planeta, como si lo hace el dióxido de carbono emitido en ese siglo. Algo a tener en cuenta, cuando surja el tema de las responsabilidades de cada país en el cambio climático actual